Las praderas naturales conforman un ecosistema en sí mismo. Se encuentran formadas por multitud de especies autóctonas herbáceas, adaptadas a las condiciones climáticas y edáficas de cada una de las zonas.

Recientemente, las praderas naturales han ido ganando importancia en la gestión de parques y jardines fundamentalmente porque son numerosos los beneficios derivados de su implantación y conservación.

Características y beneficios de las praderas naturales:

• Integradas por especies autóctonas adaptadas al medio en el que se desarrollan.

Por tanto, los requerimientos en cuanto a mantenimiento de las mismas son muy bajos (menor requerimiento hídrico, disminución de siegas, eliminación de insecticidas…)

• Aumento de la biodiversidad tanto de flora como de fa Favorece la presencia de insectos polinizadores y avifauna.
• Incremento de la calidad paisajística del territo Espacios más heterogéneos y atractivos.

Herramienta para la gestión de parques y jardines

A partir de los años 50 se incorporó en nuestro país una forma de gestión de los parques proveniente de Reino Unido y fue la creación de grandes tapices de césped, procurando una apariencia lo más homogénea y uniforme posible. Sin embargo, las características climáticas son muy diferentes entre España y Reino Unido, siendo un modelo poco adecuado para el territorio español pues supone un coste de mantenimiento muy elevado.

Según las características de las praderas naturales descritas líneas arriba, dichas praderas suponen una gran herramienta de gestión ecológica para los parques y jardines españoles. Recientemente, se viene poniendo en valor la importancia de las praderas naturales en nuestro país, en contraposición con la gestión que se había estado haciendo hasta ahora.

Una gran alternativa en la planificación de espacios verdes es crear un mosaico de césped y pradera natural, intercalando ambos biomas. El objetivo de esta distribución es establecer zonas de praderas naturales a modo de islas de biodiversidad dentro del parque en cuestión. En cuanto a flora que puede aparecer integrada en las praderas naturales destacan algunas especies por su aspecto llamativo durante la floración, otorgando gran vistosidad al paisaje, como por ejemplo las margaritas, amapolas o azucenas, que se desarrollan entre diferentes especies de gramíneas como las festucas (todas ellas presentes en el Parque de la Alhóndiga).

Crear una pradera natural

De forma análoga a lo ocurrido en la gestión que se está produciendo en los parques y jardines españoles, ocurre en un ámbito particular pues los beneficios proporcionados por las praderas naturales son los mismos. Por ello, cada vez más personas, crean sus propias praderas naturales en sus patios o jardines, sustituyendo al césped, que como se ha mencionado anteriormente lleva asociados unos costes de mantenimiento y recursos mucho más elevados.

El aspecto principal para desarrollar una pradera natural es tener en cuenta las condiciones climáticas y edáficas del territorio en cuestión y así seleccionar aquellas especies que mejor se adapten a estas condiciones. Una rápida solución para el proceso de selección de especies es observar lo que la naturaleza muestra, de esta forma mediante un simple paseo por los alrededores se podrá determinar que especies de flora se desarrollan y se encuentran adaptadas a las condiciones del entorno en cuestión. El mejor periodo para realizar la siembra se produce en otoño, periodo en el que las lluvias y las suaves temperaturas favorecerán una germinación más numerosa.

Aparte del menor coste de mantenimiento, el aumento de la biodiversidad y el componente estético de las praderas naturales, también favorecen el acercamiento de las personas a la naturaleza, un aspecto muy a tener en cuenta en estos territorios urbanos y periurbanos.

 

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