El Pinar de Antequera llora la pérdida de su ejemplar más longevo
El viento tronchó el lunes el pino guía, un árbol de 18 metros y tres siglos de antigüedad, que cayó sobre la tapia del cuartel Teniente Galiana
Su sombra cobijó durante siglos a los moradores del Pinar de Antequera hasta que su maltrecho tronco no pudo aguantar más los envites del viento y el pasado lunes de madrugada se tronchó antes de caer con su imponente copa sobre el muro del acuartelamiento Teniente Galiana. «Se ha muerto de viejo», suspiraba ayer por la mañana un veterano vecino del barrio, Juan Ocaña, antes de recordar que el pino guía, como le conocían desde niños, era el ejemplar de mayor porte y más antiguo de cuantos pueblan el gran pulmón verde de la capital.
l ejemplar, bien visible desde la carretera de Rueda, debió brotar del terreno, entonces presumiblemente virgen, hace cerca de trescientos años. Eso, al menos, relatan los vecinos de un barrio que el lunes amaneció con la pérdida del que, sin duda, era su habitante más añejo. Nada menos que 18 metros de altura y un tronco de 5,2 metros de perímetro en su parte más ancha convertían a este ejemplar en el punto de encuentro de los «chavales del barrio» desde que los más veteranos tienen memoria. «Aquí veníamos de niños a jugar a intentar abarcar el tronco, y no lo abarcábamos ni entre seis», recuerda Juan Ocaña. Esta tradición pervivió en el tiempo y aún hoy, al menos hasta el domingo, los hijos de los hijos de los primeros habitantes del Pinar jugaban a lo mismo que sus padres y abuelos.
El pino, como bien apuntaban ayer los vecinos, debió morir de viejo ayudado, eso sí, por las fuertes rachas de viento que en la madrugada del lunes alcanzaron los 59 kilómetros por hora en la ciudad. El caso es que su descomunal tronco se quebró y «el lunes a primera hora amaneció tumbado sobre la tapia del cuartel», según confirmaron ayer fuentes de la Policía Municipal.
Apenas quedaron dos metros de tronco anclados a la tierra y el resto, nada menos que dieciséis metros más con un peso de varias toneladas, cayeron a plomo sobre el sólido muro de este acuartelamiento de la posguerra, que resistió la embestida. «Es una zona poco frecuentada –el árbol se encuentra al borde de la garita en una esquina de las instalaciones de la Academia de Caballería– y, por fortuna, no había personal ni vehículos estacionados en ese punto», según confirmaron fuentes militares.
El punto de fractura del tronco permite ahora observar que su interior estaba prácticamente hueco y poblado por colmenas de abejas. «Está claro que iba cediendo poco a poco hacia la tapia del cuartel y que no estaba sano», relatan los agentes que patrullan habitualmente por este paraje y que llevaban meses viendo cómo mostraba sus primeros signos de fatiga en forma de ramas secas, una inclinación cada vez mayor y la pérdida de parte de su copa.
Revisión de otros árboles
«Era un símbolo de nuestro barrio no solo por ser el pino más antiguo de todos –de ahí que lo denominarán ‘guía’– sino también porque en su tronco han jugado generaciones y generaciones de niños tanto de aquí como del resto de la ciudad», lamenta Carlos Yoldi, el secretario de la asociación de vecinos del Pinar de Antequera, quien anticipa que en la reunión que tienen pendiente con su concejal de barrio –Victoria Soto, la edil de Educación–, incluirán la solicitud al Ayuntamiento para que sus técnicos examinen «los cuatro o cinco árboles más antiguos y de un porte similar al pino guía que aún tenemos en pie por si padecen algún tipo de enfermedad».
Dos de estos pinos, todos ellos piñoneros –técnicamente ‘pinus pinae’–, se encuentran en la actualidad en puntos más sensibles del bario, como son la parada del autobús –allí el ejemplar está prácticamente tumbado sobre la marquesina– y el inmueble de las antiguas escuelas que hoy acoge el centro cívico y un consultorio médico. «Parece razonable que se examinen estos árboles para evitar su posible caída tanto por una cuestión de seguridad y también por el valor sentimental que tienen para todos nosotros», concluye el portavoz de los residentes.
Y solo eso, que no es poco, un valor sentimental e histórico era el que tenía el malogrado pino Guía, ya que no estaba incluida en el catálogo oficial de especies singulares de la capital. «Gozaba de protección, aunque no estaba catalogado como tal, al encontrarse en un entorno protegido como es el Pinar de Antequera», aclaran fuentes municipales.
El enorme pino, a la espera de que sea troceado y retirado, aún puede verse caído sobre la tapia militar. La imagen forma parte ya de la pequeña historia del barrio y de la ciudad.
[su_box title=»¿El lado oscuro del árbol de los fusilamientos?» style=»soft» box_color=»#7abe16″]Cuenta la ‘tradición oral’ que a la sombra del pino Guía, el ejemplar más veterano del Pinar de Antequera, se produjeron algunos fusilamientos en el convulso periodo de la posguerra. Eso, al menos, es lo que narran algunos de los vecinos más veteranos del barrio: «Dicen que les llevaban a la tapia, junto al pino, y allí les ajusticiaban», relata Carlos Yoldi, el secretario de la asociación de vecinos.
Otros residentes aseguran que solo «son viejos chismes». Sea como fuere, lo cierto es que este pino más que centenario ha visto pasar buena parte de la historia reciente de la ciudad, incluida la construcción del actual acuartelamiento Teniente Galiana –en homenaje a un oficial de Caballería, Jaime Galiana, caído con la División Azul en 1941–, cuyos muros se levantaron precisamente después de la Guerra Civil. «No hay constancia de que se produjeran fusilamiento allí y de ser así hubieran sido ‘ilegales’, sin juicio previo», aclara el historiador Enrique Berzal.[/su_box]
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!