La procesionaria ya defolia más de la mitad de los pinares burgaleses

Más de la mitad de las masas de pino de la provincia, están infestadas «en mayor o menor medida» de la procesionaria, aunque el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta no dispone de una estimación global fiable y actualizada de esta auténtica plaga, que está prosperando en más de 8.000 hectáreas de monte con las altas temperaturas de los últimos inviernos.
[su_quote]Medio Ambiente achaca al calentamiento global, puesto de manifiesto en los últimos inviernos cálidos, el que la oruga prospere en más de 8.000 hectáreas de bosques e incluso por encima de los 1.000 metros[/su_quote]
La Junta sí ha detectado es que el calentamiento global del clima está propiciando que esta oruga aparezca en mayores altitudes de las habituales. Así, si tradicionalmente se han localizado sus nidos en masas de pino de la zona sur de la provincia -donde las heladas son menos frecuentes e intensas- y en zonas bajas y secas, ahora «casi cualquier zona situada a menos de 1.000 metros es muy susceptible de infestación, aunque este límite se desplaza año a año», explica el jefe del Servicio Territorial, Javier María García López. De hecho, en 2015 la oruga ya anidaba a los 1.300 metros de altitud.
Bajo esta cota están los páramos de Las Loras, Villalta y Masa, la Ribera del Duero y del Esgueva, Lerma, Valle de Sedano, Villadiego, Medina de Pomar, Valle de Mena y la zona Bureba-Ebro, entre otras, zonas donde son visibles las masas de pinos desfoliados (que no secos).
El calentamiento climático también ha aumentado la capacidad de daño de este insecto. Si hasta ahora las especies más susceptibles eran el pino resinero (Pinus pinaster) y el pino laricio (Pinus nigra), el buen tiempo está favoreciendo el ataque al pino albar (Pinus sylvestris), la joya de la Sierra de la Demanda, especialmente en las zonas de más baja altitud de su área de distribución. No obstante, puntualiza García, la zona de Pinares es muy fría y goza de buena salud. «Tendrían que pasar bastantes años a este ritmo de calentamiento para que llegase a ser un problema de primera magnitud en esa comarca».
Los daños a estos árboles, detalla García, se producen ahora, en el tiempo de invierno, cuando las orugas comen las hojas, las acículas. «A pesar de ser aparentes las defoliaciones, éstas no suelen ser muy dañinas para el árbol, aunque si se repiten durante varios años seguidos podría debilitarle y hacerlo más susceptible a las enfermedades», puntualiza.
Un invierno cálido como el actual -y los de los últimos años- favorece que la oruga tenga más días sin heladas para comer sin problemas, «incluso pueden hacerlo de noche y escapar así de sus depredadores, como son algunos pájaros insectívoros».
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La procesionaria toma su nombre de las largas filas que conforman -ya visibles en muchos pinares- desde febrero y que durarán hasta abril. El insecto recubierto de pelos urticantes baja de su nido construido en la rama del pino y se entierra, transformándose en crisálida. «La mariposa emerge en verano y hace la puesta de la que salen las orugas, que es en invierno cuando ya tienen un tamaño que las hace dañinas».
repoblaciones. Además del clima, la procesionaria ha prosperado en aquellas repoblaciones mal planificadas, donde los árboles con poca vitalidad se convierten en refugio de la oruga. «Se ha comprobado que algunas repoblaciones que se hicieron hace décadas con subespecies o variedades del pino laricio no autóctonas de la Península, como la conocida como ‘variedad austriaca’, son más susceptibles a la infestación que las realizadas con variedades autóctonas».
En la actualidad se está ensayando la sustitución del pino por otras especies también muy frugales y resistentes a la sequía y a los suelos degradados. Es el caso de la sabina, que se está plantando en la mitad sur provincial y que «está dando muy buenos resultados y no se ve infectada por la procesionaria». De hecho, en Villasilos, cerca de Castrojeriz, se ha realizado con éxito una plantación de 25 hectáreas.
controles.El método más común de lucha contra esta plaga es la fumigación con productos fitosanitarios autorizados para atacarla en su fase larvaria, entre el final del verano y el otoño. Tradicionalmente se empleaban aviones para realizar estas tareas por la dificultad de mover los cañones entre los pinares. Este método está prohibido. «Por ello, actualmente solo están permitidos los tratamientos terrestres con productos autorizados para ello, pero este tipo de actuación está condicionada por la orografía del terreno, y a la proximidad de las masas a zonas urbanas o de afluencia de personas».
La Junta también emplea métodos físicos, cortando las ramas con los bolsones cuando las orugas están dentro e incinerándolas, e incluso se dispara con escopeta a los nidos.
También se han utilizado feromonas para capturar en trampas a los machos adultos y se han instalado cajas-nido para aves insectívoras. Incluso se han trasladado a los pinares hormigueros de hormiga roja.
Fuente: DiariodeBuegos.es

CICLO DE LA PROCESIONARIA

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