El altruismo entre arboles permite el desarrollo del bosque

Además de competir por recursos en la lucha por la supervivencia, los árboles también los comparten por un bien común: el crecimiento del bosque

Científicos del botánico de la universidad de Basel, han descubierto que los árboles no solo emplean carbono para realizar sus propias funciones vitales, sino que comparten un gran porcentaje con los árboles vecinos. Los responsables de esta relación simbiótica son los hongos  micorrizas, que permiten la conducción  de este elemento vital para realizar la fotosíntesis y producir todo tipo de biomoléculas

En los bosques templados, los árboles más grandes llegan a compartir hasta a un 40 por ciento del carbono asimilado a través de sus sistemas de raíces. El hallazgo podría ser de gran utilidad para la protección de bosques y  conservación del carbono en la tierra.

En el experimento del reciente hallazgo, se han gaseado con dióxido de carbono durante 5 años, las copas de distintos abetos de un mismo bosque. Para mantener el rastro y diferenciar el dióxido de carbono gaseado, los investigadores han empleado  isótopos de carbono (un carbono con un neutrón más que el que se encuentra normalmente en el aire). Mediante un espectrofotómetro de masas los científicos han detectado el carbono marcado en los árboles vecinos, que no habían sido gaseados con anterioridad, llegando a la conclusión de que existe una conexión e intercambio de carbono entre arboles de distintas especies. A demás, se ha revelado el papel fundamental de “intermediario” que tienen los hongos micorrizas, ya que en los árboles y plantas que no tenían, no se han detectado isótopos de carbono.

 

“Evidentemente el bosque es algo más  que la suma de sus árboles”, afirmaba Christian Körner (director del proyecto) tras la publicación. La estrecha relación simbiótica que mantienen los árboles y microrganismos del bosque, refuerza el pensamiento sistémico, que en las ciencias de la vida, aboga por entender los sistemas vivos como totalidades integradas, cuyas propiedades  emergen de las conexiones e interacciones de sus partes. Este “altruismo natural” podría reconfigurar la concepción actual del bosque, por la de un ser vivo conformado por diferentes miembros, que no solo compiten por recursos como la luz o el agua, sino que también colaboran unos con otros para favorecer la integridad y crecimiento del mismo.

Fuente: blastingnews. / Jun Gayá

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