En los últimos años se ha generalizado el uso del césped en los parques y jardines. Los esfuerzos por tener y mantener en condiciones óptimas el césped en el clima mediterráneo ha ocasionado que los árboles sufran una falta de cuidados adecuados a su tamaño y estructura. Más teniendo en cuenta que el césped suele estar formado por un conjunto de plantas con un sistema radicular escaso y poco profundo que necesita continuamente de hidratación, mientras que los árboles presentan un sistema radicular más profundo y extenso.
Esta problemática entre árboles y césped, surge porque son dos sistemas de consumo de agua totalmente diferentes. El césped necesita mucha agua a nivel superficial todos los días, mientras que el árbol necesita riegos abundantes que cubran el perfil del suelo pocas veces (sólo en época de sequía y 1 vez cada 10-15 dias dependiendo del tamaño del árbol). Pero, ¿qué ocurre cuando sólo se riega el césped y no los árboles?
EL SISTEMA RADICULAR DE LOS ÁRBOLES SE DESARROLLA DE FORMA SUPERFICIAL CUANDO EL AGUA SE ENCUENTRA PERMANENTEMENTE EN SUPERFICIE
Regar continuamente el césped sin hacer caso a los árboles genera que los ejemplares arbóreos de la pradera generen sistemas radiculares cada vez más superficiales y se aboca al árbol a un estado de continua dependencia de los escasos litros de agua que puede mendigar del césped.
En casos de árboles inclinados, con años en esta situación desfavorable y con un considerable tamaño, el riesgo de caída es muy alto ya que las raíces superficiales no son capaces de sujetar el árbol cuando se producen vientos o tormentas fuertes.
¿Qué se puede hacer cuando tenemos árboles en praderas de césped? Lo conveniente es realizar los siguientes pasos:
- Quitar el césped de alrededor del árbol en una superficie similar a la proyección de la copa,
- Aportar mucho en esa superficie (8 cm de espesor) para mejorar el suelo y generar menos pérdida de evaporación de agua.
- Regar al árbol bien de forma manual con manguera, bien de forma automática con la puesta de tuberías en profundidad, con riegos poco frecuentes (como mucho 1 vez a la semana en primaveras secas y época estival) pero abundantes. De todas formas, la periodicidad y cantidad de riego deberá ser evaluada por un profesional en función del tamaño del árbol, estado y tipo de especie.

Imagen 1. Cedro que estaba inclinado caído debido a un sistema radicular demasiado superficial fomentado por el riego del césped.
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